
Te encontré el aliento bajo una haya,
la mirada desnuda ante la lluvia,
cohibida y sincera, sin cobijarnos,
con miedo de sincerarnos de la mano.
Acariciaba el viento nuestros pasos,
nos incitaba sin acierto a desvelarnos,
tan sólo un descuido se aferraba
con desgana a enamorarnos.
Vendí flores sin aroma,
la hojarasca se apoderó de las caricias,
de los besos y tormentos desgarrados,
de las musas que con gracia se escaparon.