lunes, 22 de marzo de 2010

Cuatro elevado al infinito


La noche tomaba ventaja sobre mi espalda, mis andares sólo denotaban un cierto aire de bohemio empedernido, abandonado a su suerte entre tantas calles adormecidas de Madrid. Resulta curioso como tan pronto somos capaces de considerarnos seres de la noche, y sin más, consideramos que toda la parafernalia nocturna de este monstruo llamado "ciudad" es solo una fachada atormentada, un lugar donde cada uno intenta paliar sus defectos, a su modo, a su manera. Me propongo pensar en otro tipo de escenario, me resigno a pensar que todo tiene que marchar por dicho cauce, no quiero ser solo un personaje más en este mundo ficticio llamado sociedad. Golpeo suavemente una lata de metal, dibujo inocentemente figuras en la arena, pienso en todos estos años forjando una personalidad acorde con lo previamente pactado, una personalidad serena, humilde e ingenua, desconocedora de todo aquello que le rodea, que no da nada por sentado y mucho menos se cierra a ideas nuevas, por más que todo esto sólo pueda traer algún que otro quebradero de cabeza. Pero no.

No. Levanto con sutileza la mirada del suelo, una media sonrisa surge en la comisura de mis labios y te encuentro a ti. La persona que complementa todos mis defectos y se enorgullece de mis virtudes. Sin que apenas lo notes, recostada sobre el subsuelo, te encuentro mirando el cielo, un cielo que momentos antes hemos compartido juntos, desentrañando (sin mucho acierto) sus misterios ante una capa neblinosa de nubes que se empeñan en no dejarnos ver la única estrella que se dignó a hacer acto de presencia en aquel momento. Son tantos los momentos vividos, que es imposible arrepentirse de todos ellos, principalmente porque son todos ellos los que nos han llevado a estar en esta situación actual de cohesión, de magia y de sueños inacabados, sumándole los sueños que quedan por escribir. Podría seguir relatando el resto de la noche, pero me encuentro caprichoso y rescato este momento. Tal vez no tengamos tantas cosas materiales, pero si tenemos algo mucho más importante, algo de lo que sólo podemos estar orgullosos: nosotros.