sábado, 29 de noviembre de 2008


Camina amarrado a la corriente,
observando lujuriosos páramos,
encontrados en el turbio galopar
que dibuja la mano de su frente.

Luz otoñal bajo la ventana
de su casa en primavera,
despierta el largo sueño
acariciado y desespera...

Callejea sin sentido,
¿acaso nadie le espera?
precioso latir acaecido
bajo el ímpetu su mirada
de sosiego y veraniega...

Los años lucen en su espalda
veinteañera, dolorida, turbulenta,
experiencia de una vida cargada
a lomos de una yegua soñolienta.

J.M. Mena

lunes, 3 de noviembre de 2008

Hay días en los que...


Lunes, acabo de llegar a casa cansado de pasearme entre andenes, acongojado por haberme saltado la clase de psicología, aunque siendo realistas no iba a sacarla nada de provecho, por lo que he decidido marcharme a casa a hacer la guerra por mi cuenta, pues para eso me he comprado el libro del señor Aníbal. Francamente, no me lo tendré muy en cuenta, pues hoy es un día de esos en los que echas la mirada al pasado, sonríes angustiadamente mientras por dentro el cuerpo te pide llorar, y al mismo tiempo, te da por fijar la mirada en el futuro, el cual no se presenta nada halagüeño viendo los tiempos que corren y los sucesos que nos ocurren día tras día. En mi rutina diaria suelo utilizar dos tipos de ruta para regresar a casa desde la universidad, una por ser más clásica y rápida al mismo tiempo, y la otra, simplemente por llevarla la contraria al anterior, por lo que hago tiempo entre parada y parada para desayunar tranquilamente la ya conocida napolitana de chocolate. Es en este punto de encuentro entre Príncipe pío y Atocha donde me da por observar la cantidad de gente que anda de aquí para allá, cada uno de ellos con sus problemas y necesidades, con sus proyectos y satisfacciones, y es en este punto donde me paro a pensar en la complejidad de cada personalidad, pues hay gente que se conforma con lo básico para existir el resto de su vida, esperando algún golpe de suerte o como mucho, que no se desvíe a peor su situación actual. Sin embargo, hay otros que están en la senda o el camino que siempre han deseado, que probablemente estén en mejores condiciones que los anteriores, pero que al mismo tiempo sienten que están arriesgando continuamente, pues nada les asegura esa comodidad futura que se están labrando cada semana. Aparentemente, esto nos preocupa a todos y unos lo llevamos mejor que otros, dependerá del grado de aceptación que tengamos con el capitalismo. Lo peor de todo es que hay días en los que es mejor no levantarse, la sola perspectiva de opinar que nada merece la pena, es desalentadora, y claro, siempre esperas levantarte al día siguiente con otro punto de vista, pues al fin y al cabo todo depende del cristal con que se miren las cosas.


Algunos pensarán que quizás estoy siendo demasiado pesimista, pero es difícil dejar de pensar cuando aún te huelen la punta de los dedos a ceniza, y entre tanto, te acribillan las imágenes de un fin de semana que te marcará para el resto de tus días, atribuyéndote la serenidad y madurez necesaria para aprender a tragar saliva cada vez que prenda una chispa. Sólo deseo que lo que reste de este año maldito, lo pasemos de la mejor manera posible, que nos de una tregua y nos deje empezar el siguiente con energías renovadas y sensaciones diferentes, pero al mismo tiempo, encantadoras. Nos lo merecemos.

Un saludo